Por: Sergio David Reyes Luna

Isabella Ayala, una joven estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué, decidió emprender una aventura que marcaría su vida: un Work and Travel en Estados Unidos. Su experiencia, llena de retos y satisfacciones, nos muestra cómo un viaje puede transformar a una persona y ampliar sus horizontes.

Ella misma confiesa que su mayor temor antes de partir era el idioma inglés. Sin embargo, al sumergirse en la cultura estadounidense, se dio cuenta de que la práctica constante era la clave. “soltar la lengua” fue un desafío que la llevó a ganar confianza y a comunicarse con fluidez. Respecto a esto comentó: “siempre he sido una persona sociable entonces hacer amigos en Estados Unidos fue fácil para mí. Como J1 tuve la oportunidad que conocer personas de Jamaica, Ecuador, Lituania, Eslovaquia, China, Thailandia, República Dominicana y más colombianos.”

La vida en un pequeño pueblo de Oregon le permitió a ella comparar la cultura estadounidense con la colombiana. Notó diferencias significativas en el ritmo de vida, la interacción social y, sobre todo, en el consumo de drogas. Además, la joven estudiante experimentó un choque cultural gastronómico al extrañar los sabores de su tierra.

Durante su estadía, Isabella tuvo la oportunidad de conocer personas de diversas nacionalidades, lo que enriqueció su perspectiva del mundo. Las conversaciones con sus amigos jamaiquinos fueron fundamentales para mejorar su pronunciación y fluidez en inglés.

Después de finalizar su trabajo en Oregon, ella viajó a Los Ángeles, donde pudo cumplir uno de sus sueños: conocer la ciudad de las estrellas.  exploró lugares emblemáticos como Hollywood, Beverly Hills y las playas de California.

Finalmente se puede concluir con que, la experiencia de Isabella en Estados Unidos trascendió un simple trabajo de verano, convirtiéndose en un viaje de autodescubrimiento que le permitió crecer como persona, superar sus miedos y ampliar sus horizontes. Su historia es un ejemplo inspirador para los jóvenes que buscan conocer el mundo y enriquecer su vida. Demuestra que, con determinación, adaptación y una mente abierta, es posible enfrentar cualquier desafío y vivir una aventura que transforma. La travesía de Isabella no solo resalta el valor de explorar nuevas experiencias, sino también el impacto positivo que estas pueden tener en nuestro desarrollo personal.

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