¿Por qué retomar el camino de la paz?
Escrito por: William Rendón
Según el Balance Humanitario 2024 del comité internacional de la cruz roja, la población sigue soportando el flagelo de la guerra, “Anhelaríamos que las cifras sobre las consecuencias humanitarias que recoge este informe pertenecieran al pasado lejano; sin embargo, reflejan la cotidianidad de miles de familias, en su mayoría campesinas, indígenas y afrodescendientes.”. Según este balance, los indicadores sobre las distintas conflictividades y problemáticas latentes, evidencia la compleja realidad que viven las comunidades en los diferentes territorios. (Comité Internacional de la Cruz Roja, 2024)
Esto, responde al recrudecimiento de acciones armadas en distintas zonas del país y a las altas disputas de control territorial entre actores armados al margen de la ley, de igual forma, pese a los distintos intentos de negociación por parte del gobierno nacional en el marco de la denominada Paz Total, la violencia en el país no disminuye, el jefe de la delegación de la cruz roja Lorenzo Caraffi, “aseguró que es apremiante que el Estado colombiano y los grupos armados sitúen las preocupaciones humanitarias en el centro de los diálogos de paz”, (Díaz, 2024) debido a que las cifras recogidas amparan la preocupación sobre factores de confinamiento, desplazamiento forzado y desapariciones. (Díaz, 2024)
Igualmente, se mantienen las denuncias sobre amenazas por parte de las disidencias, contra líderes sociales (El Espectador, 2024) y el panorama no parece bastante claro cuando la paz ha sido históricamente entendida solo como, “el cese de las armas y hemos dejado de lado la agenda de las causas”, (Reynoso, 2024) es decir que, la paz negativa como centro de la discusión (si bien es un elemento fundamental en los procesos de paz) no permite el análisis sobre los factores estructurales que se expresan en las distintas conflictividades vigentes en el país y por tanto se siguen presentando dinámicas de violencia sistémica sobre la población.
Así las cosas, me parece fundamental insistir en el retorno hacia los caminos de la paz, esto es crucial en materia social, cultural, territorial, ambiental, y económica, además de mejorar las condiciones de vivencia de las personas y sus comunidades. La paz propone la superación de la violencia y el conflicto armado, lo que resulta en una mayor seguridad para los ciudadanos, una disminución de las muertes y el sufrimiento de las poblaciones históricamente afectadas.
Retomar las discusiones sobre la paz, pone de manifiesto el cuestionar los repertorios de violencia presentes en los territorios, y cuestiona la naturalidad que le hemos otorgado al conflicto armado en Colombia. Una sociedad que platea unas dinámicas de convivencia pacíficas puede enfocarse con mayor facilidad a la mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos, abordando problemas como la educación, la salud y el bienestar general.
En esto último, el Estado juega un papel fundamental, es responsabilidad del Estado propiciar escenarios de dialogo que posibiliten la llegada a acuerdos de paz, pero que, además, implementen de manera efectiva los acuerdos de paz anteriormente establecidos, (como el caso de los firmados en el teatro colón en el 2016), por otra parte, es tarea del Estado responder a las demandas históricas de orden social, que presentan las comunidades a lo largo del territorio.
Pensarse la paz es fundamental para el desarrollo comunitario, ya que permite la integración social por medio de la implementación de procesos efectivos que faciliten la reconciliación entre comunidades y grupos afectados por el conflicto, hacia el fortalecimiento del tejido social, además, plantea un dialogo constante hacia la reparación que reconozca y de voz a las víctimas.
Si bien, la paz no es proceso lineal y precipitado, retomar el camino de la paz, supone hacer un alto para reubicar, evaluar y repensar el momento actual de la paz, lo que plantea la construcción una sociedad más inclusiva, justa y cohesionada, abordando las heridas del pasado y promoviendo un entorno donde todos los ciudadanos puedan prosperar.
Y cierro con lo siguiente, hablo del retorno hacia el camino de la paz no desde una visión idealista o fantástica, sino más bien como una afronta a nuestras diferencias, de nuestras conflictividades (naturales por demás), empero reconociendo nuestra humanidad, y la posibilidad de dialogo y cohesión social, la paz como una potencia para edificar una sociedad más inclusiva y justa, que aborda las heridas históricas y promueva el desarrollo colectivo, cultural, social, y ambiental, de las diferentes comunidades en los distintos territorios. Hablo entonces de retomar los caminos de la paz, como una necesidad real
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