Del microscopio al escritorio: La historia de transformación de Olga Susa

Por: Ana Sofía Morales

Antes de tocar la puerta escucho que al interior de la casa suena una canción que desconozco. Al fondo, una mujer de espalda se encuentra meciendo su cuerpo de un lado a otro mientras tararea: "En lenta y triste agonía, / Su fiel canario moría, / sin comprender la razón". Tal melancólico verso me hizo comprender que para Olga no era una simple canción. Cuando me ve, le baja volumen a la música y con voz entrecortada me dice: "Yo también perdí a alguien que amaba tanto como ese niño a su canario". Al igual que en la canción, la pérdida de un ser amado a manos del cáncer hizo que la pequeña Olga de siete años decidiera trazar su destino.

Tiene el corazón tan grande que le robó algunos centímetros de altura. Sus ojos color canela que brillan tanto como unos diamantes necesitan tal seguridad que se encuentran detrás de un marco con cristal. En su cabello nacen las olas del mar; entre sus rizos, destellos de sol brillan como si de la melena de una leona se tratara. Su sonrisa, que aun en la adversidad resplandece, ha sido testigo de cómo su sueño por estudiar medicina se vio truncado por dificultades económicas y uno que otro punto menos del puntaje pedido para poder ingresar en la facultad de medicina. Olga Lucía Susa, aunque resiliente, en su noveno intento por ingresar entendió que no era su momento.

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A lo lejos se desvanecía esa promesa que se hizo de estudiar medicina para poder salvar vidas y evitarles a otras personas el dolor que ella vivió. En medio de la incertidumbre, Olga descubrió en la citología y la histotecnología un sendero que le permitía ayudar y servir a la comunidad. Así que, con una maleta llena de sueños, emprendió su viaje hacia la capital. Ni el frío de la sabana pudieron con la melena de esta leona que entre rizos y risas logró encontrar su destino. La recompensa de su esfuerzo la recibió el 20 de julio de 1997 cuando en sus manos recibió el diploma que la certificó con un tecnólogo en citohistotecnología (Los profesionales en citohistotecnología,, realizan procedimientos como tinciones que es  colorear células y tejidos, con el fin de mejorar su visibilidad, cortes y montajes de tejidos y células para su análisis microscópico). Dicha que solo duró nueve días, puesto que el 29 su madre falleció después de luchar en contra del cáncer de colon.

Debido a la enfermedad de su madre, Olga empezó a trabajar como auxiliar de un patólogo cuatro meses antes de su fallecimiento. Durante 2 años trabajó con el doctor Juan Carlos Bonilla; pero, debido al traslado de Bonilla a Bogotá, Olga pasó a trabajar en el seguro social.

Como los retos nunca le han dado miedo, decidió emprender en uno de los más importantes de su vida y carrera. Abrió las puertas de su propio laboratorio de citología, el único en el Tolima dedicado a la citología cervicouterina (Este es un procedimiento utilizado para detectar cambios anormales en las células del cuello uterino). En este ámbito, también pudo ayudar a las personas al convertirse en una fuente de empleo, como lo fue para Sandra Mendoza, quien es auxiliar de enfermería y trabajó con ella tomando muestras "Seapto realizaba brigadas de salud en los municipios del Tolima. Uno de los servicios que brindaba era citología. La doctora Olga tenía convenio con ellos, entonces yo tomaba las muestras y las traía a Ibagué. La doctora Olga las leía y los resultados se enviaban a la sede de Seapto y estos los distribuían a los municipios en donde se habían sacado las muestras". Durante un año Sandra trabajó en conjunto con Olga. Esto le permitía tener una fuente de ingreso fijo.

Así como para Sandra, Olga Lucía fue una gran bendición para muchas personas que trabajaron con ella durante 20 años. Su experiencia en 17 hospitales del departamento, le permitió ayudar y construir su legado. Gracias a su recorrido, es invitada a dictar una conferencia en la ESAP, Tolima. Aquí es donde su pasión por la política toma protagonismo.

En este viaje hacia su interior descubrió que la política seguía latiendo fuerte en su corazón. Su espíritu de liderazgo, que inició en el colegio y se mantuvo en la universidad, seguía vibrante. Estaba dispuesta a luchar por la justicia social. Decidida a emprender en esta justa, Olga decide inscribirse en la administración pública.  

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Esta dedicada e ilustrada mujer fue becada durante siete semestres en la Universidad ESAP. Su entusiasmo por aprender y deseo por ayudar la llevaron hasta la cima, convirtiéndola en una de las mejores de su clase. La administración pública no solo la lleva hacia la política, sino que también le permite entrar en un campo de acción en donde podría ayudar más a la comunidad. Esta, su primera carrera profesional, le brinda la posibilidad de hacer una especialización en gerencia hospitalaria. En este trayecto de su historia, sus dos vocaciones se entrelazan.

Al finalizar su especialización en el año 2017, Olga toma una decisión muy importante y se lanza como candidata al concejo de Ibagué. Aunque no ganó la contienda electoral, sí conquistó una relevante propuesta laboral. Le ofrecen un cargo en la registraduría nacional del estado civil en San Luis, Tolima. Los ojos de Olga vieron como la profecía se cumplía. Hace dos años, había recibido una promesa del cielo: "No busques del hombre, busca de mí porque yo te colocaré en un lugar de privilegio y no será en esta ciudad". Olga confió y esperó por su bendición… hasta que un día el manto de la gracia la tocó.

Emprendió en este nuevo proyecto que, aunque desafiante, fue la oportunidad para descubrir sus fortalezas. Le bastaron un par de semanas para conectar con este nuevo sistema. Aprendió desde cómo manejar los programas en la registraduría hasta la cuantificación de datos sobre registros de ciudadanía. Su multifacético trabajo de contestar tutelas, derechos de petición, registro de recién nacidos, documentación de tarjetas y cédulas de ciudadanía hicieron que aprovechara al máximo su don de servir. "La satisfacción que a mí me daba ver la cara de un adulto mayor al sacar su cédula de ciudadanía por primera vez, lo pagaba todo. Aunque no era fácil estar lejos de mi hija".

Verónica Susa es el motor de vida de Olga. Su niña, su bebé, que, aunque de pequeña tiene muy poco, pero ante los ojos de su madre siempre necesitará su protección. "Es ejemplar, es líder, es maestra, es trabajadora, es valiente, es audaz, es mi mamá. Es esa que siempre busca ver a las personas bien, aunque tenga que mover cielo y tierra. Es aguerrida, es el referente perfecto de una mujer".

Lejos de casa, pero haciendo lo que le apasiona. Ahora, su cargo como registradora nacional le brinda acceso a fiscalías, juzgados y notarias. Esto le permitió apoyar a las personas desde distintas dependencias, ya no solo desde el sector salud del que ya era muy conocida. Desde esta nueva posibilidad, Olga ayudó a muchas personas con trámites de salud. "Vi morir a mucha gente por negligencia, por tramitología y justamente como registradora traté de evitar todo eso. Ayudaba a que el proceso fuese más corto y diligente".

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"La política no es el arte de la corrupción, sino el arte de servir". Olga Lucía ha dedicado los últimos años de su vida a servir a la comunidad del municipio de San Luis, Tolima. Con su carisma, buena voluntad y devoción se ha ganado el corazón de todo aquel que busca en Olga una mano amiga. La riqueza de su ser le ha permitido llegar muy lejos y cumplir a cabalidad con su propósito de vida, servir.

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