La paz total: más allá del discurso político
Escrito por: William Rendón
El escenario que vive actualmente la denominada paz total es bastante complejo, en ese sentido, requiere de la generación de análisis integrales que procuren dar cuenta de los principales retos y amenazas que ponen en riesgo su implementación efectiva en los territorios. El Gobierno Nacional, en cabeza del presidente Gustavo Petro, estableció la política de ‘paz total’ como una medida para adelantar diálogos con actores armados al margen de la ley, hacia la posibilidad de la superación de la violencia y el fortalecimiento de espacios de convivencia armónica.
Asimismo, es importante reconocer que la idea de paz total, se acerca más a los postulados teóricos de lo que se denomina paz negativa -entendida como ausencia de guerra-, no obstante, hoy por hoy el país vive la incertidumbre sobre un nuevo posible ciclo de violencia debido a 1) las inestables mesas de dialogo entre el gobierno y los grupos armados, 2) la incapacidad institucional de afianzar la confianza en los procesos de paz en las diferentes comunidades, 3) la carencia de voluntad de diálogo y cese de hostilidades por parte de los grupos armados al margen de la ley, 4) la poca respuesta efectiva del Estado sobre el rearme y la expansión territorial de las disidencias de las FARC, entre otros factores determinantes.
Por otra parte, cabe destacar que la violencia en Colombia es un elemento históricamente complejo, que responde a problemáticas profundamente estructurales y que, por tanto, el Estado colombiano debe actuar en pro del fortalecimiento de espacios de seguridad, bienestar, y libertad que demanda la población, es decir que, dar trámite al conflicto no debe simplificarse en el incremento de la acción armamentista o al pie de fuerza, como tampoco, a la negociación sobre al cese al fuego entre grupos armados, sino también debe atender a los factores prolongadores de la guerra, aquellos que han suscitado desde décadas atrás, altos índices de violencia.
El reto de la paz total, está en generar un proyecto integral por medio de respuestas concretas a las diferentes necesidades elevadas desde la población en materia de seguridad, desarrollo social, aseguramiento de servicios básicos, e implementación de la paz en los territorios históricamente afectados por el flagelo de la guerra, dicho de otro modo, resulta casi imposible plantear una paz total, si no se tiene en cuenta las condiciones de desigualdad social, la lucha constante por el reconocimiento de la dignidad, la representación y el riesgo latente de la supervivencia, sumado a las disputas por el control territorial, el negocio altamente rentable de la guerra y las constantes disputas de los grupos armados ilegales por el control territorial.
Finalmente, el proyecto de la paz total tiene dos grandes desafíos que afrontar, el primero, está relacionado con el cumplimiento y avance en la implementación del acuerdo de paz de 2016, la paz no puede ser un instrumento discursivo para generar política y popularidad, no se trata de un tema de egos y logros particulares, por el contrario, debe brindar seguridad social, las garantías de no repetición, evitar la impunidad, velar por los derechos de las víctimas en materia de verdad justicia y reparación y mantener la cualidad de estabilidad y duración en el tiempo. El segundo elemento, tiene que ver con el reclutamiento forzado a menores de edad con motivo de la expansión militar de grupos armados ilegales, esto pone en jaque los derechos fundamentales de niños, niñas, jóvenes y adolescentes, ya que, amplia el repertorio de violencia en las comunidades e imposibilita el libre desarrollo para esta población.
Así las cosas, la paz total ha generado nuevos escenarios de dialogo que ponen en el centro de la discusión, la posibilidad de establecer nuevas formas de relacionamiento territorial, social, cultural y político, en el país, hacia el fortalecimiento y transformación de realidades altamente complejas y violentas, de igual forma, presenta retos importantes, si se tiene en cuenta el análisis abordado durante las líneas de este escrito, sin embargo, esto no es un llamado a tirar la toalla, antes bien, es hacer un alto en el camino, una autoevaluación si se quiere, en aras de hacer los ajustes necesarios para lograr avanzar en este largo y anhelado camino hacia la construcción de una paz estable y duradera.
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