Camine al barrio Versalles
Camine al barrio es la primera experiencia de acercamiento al contexto barrial, en el marco de la estrategia de aprendizaje de la Feria Comunicativa Barrial del programa de Comunicación social y periodismo de la Universidad de Ibagué. Este acercamiento permite hacer una observación en primera persona de los actores, lugares y acontecimientos que se hacen visibles en la visita; además de hacer un recorrido fotográfico y textual a través de crónicas. Los tres textos que siguen hacen parte de este ejercicio de observación.
Camine al barrio, una experiencia enriquecedora
Por: María José Sastoque Villarreal
Era un lunes 31 de agosto y estaba sentada en la inducción del programa de Comunicación social y periodismo rodeada de desconocidos en una ciudad desconocida. Me sentía cansada por el recorrido que hice para llegar al salón y algo ansiosa por conocer lo que serían mis siguientes años en la carrera. El director de Programa nos habló de una feria comunicativa barrial y admito que al inicio me sentí un poco curiosa y algo angustiada. Decía que esta feria sería en un barrio un poco inseguro, el primer pensamiento que se vino a mi mente sin siquiera conocerlo fue un lugar sucio, con mucha pobreza y niños en desnutrición, claramente ese prejuicio se desvaneció días después.
En la primera clase, cuando el profesor nos habla más a fondo de lo que consiste esta actividad, nos da por fin a conocer el nombre del barrio: Versalles. Un nombre que me pareció muy lindo y extraño para un lugar del que se presume ser peligroso, pues con ese nombre de aspecto italiano lo que más se esperaría es que fuera una zona prestigiosa en la ciudad.
Honestamente vi la visita al barrio como algo lejano, como algo que ocurriría en un par de meses, sorpresa que me llevé en la clase de Gestión en comunicación cuando se reunieron los tres profesores encargados de la feria y se coordinó la primera salida para el 24 de agosto, sin embargo, nos recomendaron visitar Versalles previo a esa fecha. Organizar equipos de trabajo para la feria fue también un momento que esperaba no iba a llegar tan pronto, pues en el primer semestre, como se es de esperar, no conocía a nadie al principio y entrar en confianza con las personas es algo que me cuesta mucho. Afortunadamente un grupo de chicas me acogió para hacerme con ellas en el proyecto, pero como no todo en esta vida es perfecto surgió un problema más, y es que los grupos tenían que ser máximo de cuatro y nosotras éramos cinco, pero como ninguna quería quedar por fuera hablamos con los docentes y, después de muchas súplicas, nos dijeron que sí.
Me sentí algo abrumada por la cantidad de trabajos e información que se nos socializó en ese momento y salí de la clase directo a hablar con mis compañeras sobre el día que asignaríamos para realizar dicha visita. Junto con mi compañera Sofia Cortázar decidimos pedir un Uber para visitar Versalles a eso de las ocho de la mañana, un viernes muy caluroso. Nos subimos al auto que estaba bastante cómodo, pero tenía un olor muy feo, como a basura, entonces mientras íbamos de camino sentía mucho mareo y dolor de cabeza, pero me sentí peor cuando recordé que ese mismo auto nos iba a llevar de vuelta a la universidad. Confundidas sin saber el camino del barrio, sin saber cuál era su entrada y nada con respecto a éste, seguimos las indicaciones del GPS hasta llegar.
Lo primero que se me viene a la mente es que es un barrio común y corriente, no es tan peligroso como se esperaba e, incluso, lo vi como un barrio tranquilo, pues no había casi nadie caminando por la zona. Me llamó mucho la atención la cantidad de tiendas que tenía el barrio y envidié la ventaja que tenían por tener una en cada esquina. Luego de recorrer sus calles llegamos a la cancha de fútbol, nos bajamos del carro para tomar unas fotos a unos hermosos grafitis que nos llamaban la atención por su mensaje y para capturar en cámara lo bello que tenían el parque. Seguimos con el recorrido y llegamos al colegio, un lugar que externamente se veía muy lindo por cómo estaba pintado. Justamente cuando íbamos pasando un carro iba ingresando al colegio y tuvimos la oportunidad de ver un poco su interior, de ver lo felices que estaban jugando los niños, lo que me dio de manera instantánea un sentimiento de nostalgia que se apoderó de mi ser. El colegio ha sido una de las etapas más hermosas en mi vida y esos niños me hicieron recordar lo mucho que extraño estar con mis amigas en Neiva riéndonos y echando chisme en el descanso. Definitivamente esa etapa de mi vida es una de las que más aprecio y la que más sentimiento me genera; lastimosamente esa nostalgia no me duró mucho pues me dio un poco de ansiedad tomar las fotos del colegio porque mientras encontraba el ángulo perfecto armé un poco de trancón.
El conductor del Uber nos comenta que muy pronto el trancón se va a volver algo constante en la zona porque se va a realizar la construcción de un puente cerca, hecho que provocaría que los carros que transitaban por la carrera quinta tuvieran que atravesar el barrio para salir por la vía principal y así afectar la dinámica vial de sus habitantes. Con esto que se nos había mencionado me puse a pensar en lo difícil que iba a ser para los niños de Versalles llegar a su colegio temprano o a sus papás para llegar al trabajo, o incluso lo difícil que se volvería cruzar la calle para un adulto mayor con tanto auto pasando; aunque también me puse a pensar en la dinámica que esto le podría traer, entonces en medio de todo el caos que tiene la construcción de este puente se le puede sacar algo bueno y es precisamente que muchos de los que van pasando en sus carros pueden parar en las tiendas por algo, o pueden comprar pan porque justo en ese momento olió a pan caliente.
Mientras que regresábamos a la Universidad iba pensando en lo enriquecedor que va a ser esta experiencia, pues con solo una visita al barrio todos mis prejuicios habían desaparecido, enseñándome una lección más, y espero que sean muchas las que adquiera en esta nueva aventura.
Visita al barrio Versalles
Por: Ana María Rodríguez
Era martes, el día de mi primera visita. Estaba ansiosa y expectante. Me levanté a las 8:00 a.m., me duché, desayuné e hice algunas actividades en casa antes de emprender mi expedición. Al salir de casa, la cotidianidad de Ibagué se palpaba en sus calles. Eran las 11 de la mañana cuando me disponía a visitar el barrio de Versalles. Dado que no conocía bien la zona, opté por solicitar un Uber para desplazarme hasta allí; eran las 11:20 a.m. cuando llegué. En ese momento, las calles estaban prácticamente desiertas. Aboné el viaje y descendí del vehículo, dando inicio a mi recorrido con una caminata por el lugar. Lo primero que pude percibir fue la serenidad que caracteriza la zona; su silencio y sensación de seguridad me brindaron una cálida bienvenida. Así continué hasta llegar a un restaurante que, de repente, me hizo notar que ya eran las 12 del mediodía. Como por arte de magia, el hambre se apoderó de mí, así que decidí tomar asiento en aquel establecimiento y deleitarme con un exquisito tamal tolimense, que tan solo me costó 7.000 pesos.
Al concluir mi almuerzo ya era la 1:00 p.m. Las calles permanecían igual de apacibles, por allí solo transitaban los habitantes y, de vez en cuando, algún taxi. No había servicio de busetas públicas en esta zona; era necesario descender al menos cuatro cuadras para llegar a alguna vía principal desde donde se pudiera acceder a dicho servicio. De esta manera, finalicé mi primer recorrido, pues no disponía de más tiempo para seguir explorando. Sin embargo, lo hice con la emoción de saber que regresaría para visitarlo de nuevo.
Mi siguiente visita la realicé el día sábado 19 de agosto de 2023, en esta ocasión me desperté más temprano, necesitaba realizar mi recorrido. Eran las 6 de la mañana, hacía frío, tomé una taza de chocolate caliente para recargar mis energías y para poder iniciar mi trayectoria. Al llegar, sus calles estaban igual de tranquilas a mi visita anterior, esta vez bajé cerca de un parque, el cual estaba solo. Noté que este lugar también tiene un pequeño polideportivo, las canchas de baloncesto y microfútbol eran algo asombroso, sin embargo, me percaté que el parque infantil con el que cuentan sus habitantes está en un estado de deterioro.
Después de estar allí por un rato más, seguí mi recorrido. Noté a unos habitantes de la comunidad haciendo trabajo de mantenimiento de zona forestal, limpieza y embellecimiento del lugar, el cual está ubicado sobre el polideportivo junto al colegio que es satélite de la Sagrada familia. En este bello lugar se encuentran varios árboles sembrados que lo cubren con sombra y brindan un ambiente fresco y puro.
Seguí caminando y regresé al restaurante de los tamales, pero aún era temprano para almorzar, eran tan solo las 9 de la mañana así que esta vez continúe sin reparar mi camino. Me percaté del deterioro de las calles de Versalles, ya que están desgastadas, agrietadas, con huecos y remaches, esto me hizo cuestionar sobre la importancia del estado de las carreteras.
Irónicamente, después de esta observación, noté en algunas viviendas carteles pegados con la imagen de personajes que aspiran a un puesto político, personas que tal vez han venido antes pidiendo un apoyo de parte del pueblo, un voto de confianza, una acción que a futuro traerá consecuencias o una mejora para la ciudad. Me cuestioné sobre su trabajo, es intrigante cómo una persona tiene el suficiente poder como para hundir o hacer emerger la ciudad, pero luego se olvidan de quienes los apoyaron y los dejan en estado de abandono, así como están estas calles de Versalles.
En mi investigación descubrí que a esta localidad se le conoce como el eje central de Ibagué, esta fue mi principal motivación para venir. A su alrededor circulan varias rutas de transporte público y tiene cercanía a los nuevos centros comerciales, así como otros puntos como el estadio y el hospital Federico Lleras.
De esta manera finaliza mi paseo aventurero por el barrio de Versalles, el cual fue una experiencia muy gratificante.
De paseo por Versalles
Por: Erika Yuliana Prada Pacheco
El día 19 de agosto del 2023 tomé la iniciativa de ir al barrio Versalles en la ciudad de Ibagué. El día parecía estar un poco nublado y tenía mucha pereza, sentía miedo porque siempre escuché comentarios de que era un sector peligroso, por ende, no quise ir sola y le comenté a una prima sobre mi trabajo y ella decidió acompañarme. Pedimos un servicio de Uber y tomamos la mejor ruta para llegar lo más rápido posible, entablé una conservación con el señor en la que me dio unas recomendaciones y anécdotas que había tenido en el barrio y con una sonrisa burlona me dijo: “no es tan peligroso como parece”.
Al momento de llegar se sentía un ambiente pesado, ya que las calles estaban muy vacías, pero omití mi preocupación y comencé con mi recorrido. Desde el comienzo descubrí que es un barrio abandonado por la administración, ya que tiene mucha contaminación y sus calles están en muy mal estado.
Algo que noté de Versalles es que tiene muchas tiendas y sus calles son demasiado inclinadas. Las casas tienen fachadas bastante coloridas y naturales, se puede decir que estas plantas le daban un toque verde y de frescura al barrio; fue curioso ver cómo mientras tomaba fotos las personas miraban con desconfianza, luego de haber estado más de media hora recorriendo el barrio.
Llegué al parque y me encontré con mucha contaminación y fue un poco triste ver esta situación, ya que tiene muchos árboles y puede llegar a hacer sentir un ambiente cómodo y agradable para los habitantes de este sector. Seguí observando y evidencié el talento de muchos jóvenes a través de grafitis y dibujos, tuve el gusto de entablar una interesante conversación con uno de ellos y me expresó que es una manera de ponerle color al barrio. Algo que me impresionó mucho fue que en la caminata observé muchos carros y de igual modo talleres de arreglos de maquinarias en los cuales pude hacer unas estupendas fotografías al momento de cruzar por esta cuadra.
Después de haber recorrido todo el barrio me fui con una bonita experiencia, ya que no es peligroso como la gente lo describe, sentí que puede tener un encanto histórico, y además Versalles alberga una mezcla de tiendas pequeñas que atraen a los residentes y visitantes.
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