Aporías de la democracia
Por: Anny Sofia Páez Ramírez
Imagen tomada de: Nuevatribuna.es
Toda la vida nos han dicho que vivimos en una sociedad democrática y nunca nos detuvimos a pensar sobre las contradicciones de este constructo. Si bien es cierto, la democracia comprende “el poder del pueblo”, ¿de qué pueblo estamos hablando, del burgués, del trabajador o la convergencia de ambos? A partir de la antigüedad se habla de “democracia” y desde entonces, esta ha sido excluyente. La democracia resulta ser una herramienta de justificación para la legitimación del poder y el uso de la fuerza coercitiva que, histórica, sistemática y progresivamente ha sido ejercida por las élites a la población vulnerable, por tal motivo; es necesaria la democratización de la sociedad.
En principio, si el poder nace en tanto que se tiene la posibilidad de generar incidencia en las acciones humanas, en dicha relación hay presencia de poder político y poder social, por lo tanto; en toda relación humana se encuentran inmersas una serie de relaciones de dominio que configuran el especto de la sociedad, el cual, contiene múltiples aporías si pensamos en la desigualdad, el pluralismo y la participación política, pues, “no se puede hablar de una democracia profundamente real cuando las necesidades básicas de la mayor parte de los ciudadanos están insatisfechas, cuando hay una permanente y sistemática violación de los derechos humanos” (Ellacuría, 1993, como se citó en Ayala, 1998).
Seguramente, mientras la estrategia política sea llegar al poder instrumentalizando la democracia, añadido a esto, que sean los mismos dirigentes quienes gobiernan inoperante, deshonesta, excluyente e irresponsablemente, más su desconocimiento e indiferencia hacia la realidad territorial, claro que acrecentarán tanto el descontento social como las resistencias sociales, lo que refleja el mínimo sentimiento de representación que conmueve a los diversos sectores poblacionales y la poca apropiación de la democracia participativa. Bajo esta lógica, el abandono estatal y la deficiente agrupación social son las principales causas de que la democracia entre en crisis, lo que quiere decir que, si la gente no tiene acceso a la justicia, a los derechos fundamentales y a la participación activa de un mandato popular (más allá del voto), nunca habrá concordia democrática. Por ello, es necesario que la institucionalidad intervenga en los territorios, que haya diálogo entre diferentes, participación de la feminidad, los afrodescendientes, los grupos étnicos y todos los grupos sociales históricamente marginados en nuestro país, tal que, el ejercicio de la soberanía emerja de la construcción conjunta de la sociedad, sin indiferencia, con memoria, verdad, reparación, justicia y convergencia para que no se continue perpetuando la coacción y la coerción política que despolitiza a los sujetos y los priva de sus derechos, en tanto que poseen “libertad” siendo autores políticos, pero que irónicamente poseen menos autonomía siendo actores políticos. Entonces, se fragmentan los principios de una sociedad equitativa, el poder resulta ilegítimo, y, por tanto, la democracia no es posible. Así mismo, como sujetos es imprescindible forjar nuestra dimensión ética que, mediante el carácter y la formación cívica nutramos nuestras virtudes en función de la democratización real de la democracia, porque es entonces como aplicamos que “la ética es rentable, se ahorra en dinero y en sufrimiento” (Cortina, 2013).
En últimas, como creyente de la democracia, la paz y la justicia, preciso que mis consideraciones críticas de la democracia no pueden quedarse en un discurso sin saliva, sino que es necesario el cambio ético y moral en la actitud del Estado y los integrantes de la sociedad que permita la confluencia de las instituciones políticas, económicas y socioculturales en el ejercicio de la democracia como el pilar de su construcción en el marco de una búsqueda permanente de superar las desigualdades y las problemáticas que perpetúan la tiranía con el propósito de impartir una política con amor y justicia social
1Ayala Perdomo, E. (1998). Hacia una democratización de la sociedad. Un enfoque estructural. Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J.". Recuperado de: file:///C:/Users/laura/Downloads/DialnetHaciaUnaDemocratizacionDeLaSociedadUnEnfoqueEstruc-6520940.pdf
2 Adela Cortina. (2013). ¿Para qué sirve realmente…? La ética. Editorial Paidós.
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