El ajedrez no es a blanco y negro

Por: Paula Sofia Tipiani Martinez

A sus 10 años se enamoró del deporte ciencia; como lo llaman algunos. Se enamoró del control que se le otorgaba sobre su tablero y sus piezas cuando iniciaba la partida. Se admiró por esa dosis de perfección y esa pizca de locura que han depositado los grandes jugadores llamados “los clásicos” en sus partidas. Se maravilló al ver un simple pequeño peón convirtiéndose en lo que desee al llegar a la última fila, o a una dama siendo sacrificada por dar jaque mate y ganar la batalla..

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Ella se cautivó por todo lo que hay tras sesenta y cuatro casillas. Por ocho peones valientes que forman la primera línea y nunca retroceden. Un par de torres con largos alcances encargadas de las filas y columnas. Dos caballos asaltantes con su movimiento en L tan peculiar, listos para brincar entre las piezas. Imposible también olvidar la pareja de alfiles, cada uno por su color de casilla, y con ellos el cargo de las diagonales. No obstante, hay una pieza que reúne la mayoría de movimientos de las demás, quien no deja debilitar las filas, columnas y diagonales al tiempo, su valor predomina más que cualquier otra pieza, y esta gran guerrera es la dama. Para finalizar, con ustedes el rey, que está al cargo de las demás, dado que se considera de avanzada edad porque se mueve dando un solo paso, sin embargo, es de vital importancia en el final del combate.

Esa niña, vio un mundo entero en cada momento de una partida de ajedrez. En primer lugar, la apertura; aquí las piezas se acomodan en el tablero de manera estratégica y protegen al rey con la jugada del enroque. En segundo lugar, el medio juego; en este momento, inicia el altercado entre los dos bandos, donde el rey del oponente debe ser caído y el nuestro protegido. No obstante, por general cada rey logra ser defendido, y al caer ciertos soldados tanto de nuestras piezas como del adversario, se llega al final. En este momento, pese a las pocas piezas, el rey se convierte en el mayor combatiente que busca a toda costa proteger a uno de sus peones hasta que llegue a la última fila y sea intercambiado por su hermosa dama, para así conseguir un jaque mate y ganar la partida.

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Hoy, ocho años después, luego de participaciones y logros a nivel municipal, departamental, nacional e internacional, se encuentra en la universidad en tercer semestre del pregrado de psicología. Pues bien, ella considera que cada entrenamiento, cada torneo, cada victoria y pérdida fue de gran ayuda en su proceso tanto académico como personal.

Otra etapa de su desarrollo personal fue el amor a la enseñanza del ajedrez en los infantes, puesto que es prueba de la gran herramienta que fue el ajedrez en su vida, ya que este genera diferentes capacidades cognitivas en un niño; como en la memoria, creatividad, imaginación, concentración, entre otras. Debido a esto, ha trabajado con diferentes niños y en colegios donde busca mostrar aquello de lo que ella se sorprendió al conocer el juego del ajedrez, dejando de lado el típico cliché de un deporte “aburrido”.

Y así es como ella aún no termina su partida en la vida, quiere continuar entrenando y obteniendo logros, sin dejar atrás una generación que aumente el número de jugadores apasionados en la cuidad de Ibagué

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