Entrevista a Florence Thomas
Por: Sergio Forero.
Florence Thomas es una de las feministas más reconocidas en Colombia y una aguda luchadora por los derechos de las mujeres. Desde 1967 se encuentra vinculada a la Universidad Nacional de Colombia como profesora titular y emérita del Departamento de Psicología y desde 1985 es coordinadora del Grupo Mujer y Sociedad. En su paso por la Universidad de Ibagué, El Anzuelo Medios dialogó con ella sobre las mujeres en la sociedad y el papel de ellas en el posconflicto.
¿Qué significa ser mujer hoy en Colombia, teniendo en cuenta que sigue siendo una sociedad machista?
Pues ojalá signifique ser consciente de lo que significa eso, ser mujer en una cultura patriarcal, machista y creo que el Tolima es bastante machista. Entonces, ojalá las mujeres logren pasar de la casualidad de haber nacido mujer a la conciencia crítica de lo que significa ser mujer y se pongan, un poco, a luchar, a resistir, a ser conscientes de todos los obstáculos que aún tienen las mujeres en Colombia, a pesar de que, evidentemente, hemos progresado enormemente. Hace 50 años que llegué a Colombia, encontré mujeres muy distintas a las de hoy, evidentemente. Creo que hubo un empoderamiento de las mujeres que ha significado que ya no se dejan discriminar tanto como antes, han cambiado de lugar en la sociedad. Actualmente hay más mujeres en posgrados que hombres, creo que hay una cantidad de mujeres dispuestas a trabajar para este país y a cambiarlo, sobre todo en esta coyuntura de paz.
¿A qué se debe ese cambio en esa cultura machista?
Al trabajo de muchas mujeres como yo, es decir, sola una no puede cambiar el mundo. Toca construir colectivos, toca trabajar en conjunto con muchas mujeres, es decir, ser consciente de que las mujeres están dispuestas a transformarse. Creo que además hay que, primero que todo, cambiarse a sí mismas para poder cambiar al mundo, por eso fundé el grupo Mujer y Sociedad en la Universidad Nacional hace más de 30 años, porque había entendido que sola no iba a poder hacer nada. Entonces empecé a hablar con mujeres de las ciencias humanas: sociólogas, filósofas, etc., para reunirnos, estudiar y trabajar.
Lo primero que hicimos fue leer, leer y leer, todo lo que nos llegaba de Estados Unidos, de Europa, incluso de Colombia nos llegaban algunas cosas y con eso empezamos a construir una conciencia crítica de lo que significa ser mujer en una cultura patriarcal. Creo que desde hace 30 o 40 años, existen muchos grupos de mujeres, inclusive hay un colectivo de mujeres en Ibagué. Hay varios grupos de mujeres que trabajan en ese sentido, entonces hay que tener mucha paciencia, porque los grandes idearios de la cultura, se logran cambiarlos pero es a largo plazo, no es en un ‘respiro’ que uno cambia la cultura, eso es muy largo.
¿Cómo han respondido los hombres?
Yo creo que los hombres están entendiendo, poco a poco, que nacer hombre no es ‘una fiesta’. Hoy en día ellos están más conscientes de que tienen al frente a mujeres, inteligentes, que están dispuestas a debatir, que no se ‘tragan todo’. Han entendido que también ellos tienen que cambiar, es eso o desaparecer, evidentemente no es lo que deseamos (risas). Yo soy feminista, más o menos, reconocida en Colombia y muchos
hombres me quieren mucho, yo no le he declarado la guerra a los hombres, le he declarado la guerra a la cultura patriarcal. De la cual, evidentemente, muchos hombres pertenecen, pero hay mujeres que también son patriarcales, creo que tanto hombres y mujeres tenemos un pequeño patriarca adentro, un pequeño ‘policía’ adentro y es eso lo que hay que tratar de derribar. No es fácil y hay hombres que no están muy de acuerdo con eso porque saben que están perdiendo algo poder, su poder tradicional, esa hegemonía masculina se está derrumbando poco a poco, pero que digo, al fin vamos a poder estar, tanto hombres como mujeres, al mismo nivel y poder construir otro mundo donde podamos convivir juntos.
¿Por qué dice que los hombres difícilmente pueden ser feministas?
Yo pienso que lo que esperamos de los hombres es que sean, ante todo, solidarios con las causas de nosotras. Por ejemplo que hagan marchas con nosotras contra el feminicidio. Pero yo creo que es muy difícil que un hombre sea feminista, en el sentido de que los hombres no tienen la historia de ese cuerpo sexuado que tenemos nosotras, ellos tienen otros problemas en la vida, asumir completamente los problemas de las mujeres es difícil porque ellos no pueden saber lo que es tener un cuerpo femenino, que puede ser violado, que ha sido atrapado durante siglos, creo que es un imposible.
Hay hombres que me discuten eso, me dicen ‘yo soy feminista’, a lo cual yo digo ‘¡que chévere, muy bien!’, pero creo que cuando un hombre dice ‘soy feminista’, eso significa ante todo, que es solidario con las luchas de las mujeres, eso es ser feminista de punto para un hombre. Hay muchas cosas que un hombre no puede luchar como nosotras: por la lucha por los derechos sexuales y reproductivos, por la legalización del aborto, etc. Pero tienen y han tenido otra historia, pero hay gente que me lo discute, lo bueno de tener mis años es que a veces yo sé que no forzosamente tengo la razón, he aprendido a dudar, creo que dudar es formidable porque dudar permite escuchar al otro.
Usted mencionaba en su conferencia que existen otros modelos de desarrollo y crecimiento para mujeres y hombres, ¿cuáles son esos modelos?
No soy economista, ahí ya no tanto hablo de género sino de clase. Este país es muy inequitativo, donde hay tanta discriminación y diferencia entre los estratos altos y los estratos bajos, donde la guerra ha generado mucho dolor y duelos. Estamos con un modelo de desarrollo que no funciona, por supuesto que me voy a morir con este modelo de desarrollo seguramente (risas). Hay una gran equivocación de este mundo, no es posible que haya millones de mujeres, niños y hombres que sufren de hambre cuando el planeta puede alimentar a todo el mundo.
Hay un modelo de desarrollo que es de una injusticia monumental. No sé porqué los economistas son tan lentos para tomar esta conciencia, por supuesto hay muchos intereses enormes que hacen que sea muy complicado cambiar ese modelo. Yo hablo mucho desde la utopía, desde los sueños, creo que se está empezando a tomar conciencia de que el capitalismo puro no funciona, están empezando a hablar del ‘capitalismo emocional’ que significa un poco que no sigamos olvidando las emociones, la vida concreta de las personas.
Hace unas décadas las mujeres lograron que se les reconociera su derecho al voto, ¿Por qué le ha resultado tan difícil a Colombia reconocerlas como sujetas de derechos?
Hace más de 50 años que efectivamente las mujeres pueden votar, pero ellas se dieron cuenta muy rápidamente que ese pedacito de papel, que se llama cédula, no era suficiente, había que tener todo un aprendizaje en el ejercicio de la ciudadanía. Ese pedacito de papel significaba que podían votar, elegir y ser elegidas pero no tenían más derechos como por ejemplo derechos sexuales y reproductivos, eso no existía. Había que empezar a lograr meterse en los espacios en donde se toman las decisiones importantes, espacios de la política, para poder empezar a administrar grandes decisiones sobre la vida, hombro a hombre con los hombres, pero eso ha sido muy difícil.
La política es, tal vez, uno de los lugares más representativos de la hegemonía masculina, la política es el universo de los hombres y han tenido una dificultad para ceder espacio a las mujeres, ellos saben que ahí es donde se toman las grandes decisiones, donde se legisla y ahí pueden perder poder. En el universo de lo político realmente hay una resistencia monumental para que las mujeres participen y eso a veces es desalentador para nosotras. Clara López trató de ser presidenta y Cecilia López intentó serlo tres veces, el país no estaba dispuesto a aceptarlo y sobre todo una mujer presidenta algo feminista. Es muy difícil tratar de romper con esa barrera que ponen los hombres, actualmente tenemos 20% de mujeres en el Congreso, estamos en la ‘cola’ de América Latina, Bolivia, Ecuador y Perú están mejor que nosotros, están logrando 38% o 40% de la participación de mujeres en la política, nosotros apenas en el 20%, es absolutamente lamentable.
Colombia va muy mal en participación política, creo que ya no hay que hablar de ley de cuotas, tenemos que tratar de tener muchas más ambiciones, ¿cómo los hombres pueden justificar una ley de cuotas cuando las mujeres están mucho más educadas que ahora?, han hecho una revolución educativa formidable, están en los posgrados de ciencia política, ingeniería, de todo, entonces dejen a las mujeres entrar en estos espacios de la política y empecemos a construir el mundo juntos. Los hombres lo saben todo en ese mundo, dejen a las mujeres hablar. Creo que algunos hombres se están dando cuenta de que habría una especie de sinergia muy positiva al trabajar con mujeres, creo que los que lo han hecho reconocen que es mucho mejor para el país.
¿Cuáles son los progresos más significativos en el desarrollo de leyes para promover la igualdad de género y garantizar los derechos humanos de las mujeres?
Si pensamos por ejemplo en la justicia de género y en los avances en cuanto a legislaciones, va bien y mal. Por un lado bien porque cada vez tenemos más leyes que responden a la realidad de las mujeres, como la nueva ley de violencia, que tiene diez años, la ley de feminicidio, no nos olvidemos también de la mirada diferencial porque también hay legislación para la comunidad LGTBI, la sentencia de la Corte Constitucional que despenalizó el aborto en tres casos. Ahí somos referencia en América Latina, muchos países de esta región no han logrado las leyes que tenemos, pero son leyes que se quedan en el papel, no han logrado bajar al nivel de la vida cotidiana.
Sin embargo, hay políticas públicas, en muchas ciudades del país hay una secretaría de la mujer y no una secretaría de política social como había antes en donde abordaban temas de niños, adolescentes, mujeres y ancianos. Tiene que existir una secretaría de la mujer, que se ocupe de los asuntos de ellas, reconociendo justamente que no es lo mismo nacer hombre que nacer mujer en una cultura patriarcal y que hasta ahora realmente el mundo ha sido construido y administrado por hombres, es un mundo donde las mujeres no cabían, cabíamos como madre, mujer era igual a ser mamá, pero resulta que las mujeres quieren seguir siendo madres pero desde el deseo, desde la opción, la maternidad es muy bella con un compañero ‘chevere’, que lo deciden entre los dos. A pesar de que hemos avanzado un poco en derechos sexuales y reproductivos y que hay métodos anticonceptivos gratis en Colombia, pero la lucha ha sido impresionante.
Las mujeres en el conflicto armado han sufrido un sin número de violaciones a sus derechos, víctimas del conflicto armado, ¿Cómo no re victimizar la mujer para garantizar verdaderos ejercicios de oportunidad y equidad de género?
Las mujeres se han quedado solas a veces, con una responsabilidad enorme, con dos o tres hijos, sin un compañero porque él se fue. Ha sido muy importante en ese conflicto armado, que muchas organizaciones de mujeres víctimas que con su valentía lograron que las mujeres fueran escuchadas en La Habana, se logró que se conformara una subcomisión de género para ir a allá y eso fue fundamental porque por primera vez el país escuchó qué había significado ser víctimas mujeres del conflicto armado. En todas las guerras las mujeres son violadas, Colombia no se inventó nada ahí, guerras como en Serbia, Siria, siempre después de las guerras se descubren el número de mujeres víctimas de violación porque para el género violar a una mujer es además avergonzar a toda su comunidad.
Ha sido muy importante la subcomisión de género en La Habana. Ha permitido que las mujeres víctimas se den a conocer y que los acuerdos de paz sean, justamente, con enfoque de género, tuvimos mucho miedo cuando el ‘No’ ganó como en Ibagué, afortunadamente después de esa victoria se mantuvo el enfoque de género en los acuerdos. Más que todo, los evangelistas radicales, el poder de estas iglesias es tremendo y creo que tenemos conciencia de que a veces nuestro discurso radical de las feministas no es tan recepcionado, hay que abordar más la vida cotidiana, que respondan muchísimo más a las necesidades cotidianas de la gente.
¿Los medios de comunicación también revictimizan?
A veces sí, con el juicio de Yuliana Zamboní están revictimizando a los padres de esta niña, cuando se cuenta la experiencia de una violación en la guerra es revictimizar, hay que encontrar maneras de evitar eso. Hay medios que son muy amarillistas, la manera como presentan las noticias, es desesperante. Yo decía en una facultad de comunicación y periodismo que no hay una sola facultad de comunicación o de periodismo en Colombia que tenga una cátedra de género o de enfoque diferencial.
En regiones como el Tolima, uno de los departamentos más golpeados por el conflicto armado, vemos que las mujeres de las zonas rurales se han organizado para luchar contra las desigualdades de género y el machismo imperante en estas zonas ante la ausencia del Estado. ¿Cómo fortalecer dichas organizaciones para mejorar la situación de las mujeres rurales?
Fortalecer es acompañarlas primero que todo, yo creo que las mujeres necesitan encontrarse primero entre ellas, conformar grupos alrededor de las cosas del campo, empezar a poder a hablar entre ellas, las mujeres durante siglos han sido aisladas de todo. Hablar entre ellas implica descubrir que muchas de ellas tienen los mismos problemas y poco a poco eso les hace tomar conciencia de lo que pueden hacer. Acompañarlas, conocerlas, trabajar con ellas es la mejor manera de fortalecerlas, ojalá que las administraciones locales las ayuden e verdad, les den la palabra, les den la importancia para que estos grupos se empiecen a empoderar.
¿Qué papel desempeñarán las mujeres como actoras sociales relevantes de cara al posconflicto?
Yo creo que las mujeres tienen muchas propuestas para participar fuertemente en el posconflicto, porque ellas han sido tejedoras de paz, no todas claro, hay mujeres enamoradas de la guerra pero en general las mujeres han sido tejedoras de paz, ellas con su especie de ‘ética del cuidado de los otros’, dan la vida por los demás y entonces para ellas es absurdo que se les quite un hijo para que vaya a la guerra a matar. Pienso que si en este país el servicio militar hubiera sido obligatorio para los estratos seis, para los hijos de los estratos seis, hace tiempo que el conflicto armado se hubiera acabado, como eran los hijos de los campesinos, de los más pobres de este país, a la burguesía no le importó, no le ha importado.
Por: Sergio Forero. Estudiante Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué.
Video y fotografías: Daniela Jaramillo.