Más colombiano que el sancocho
Por Antonella Gómez Quijano
“Llegué a Ibagué completamente ajeno a mi cultura y algo desprevenido por precaución”.
Los rayos de sol reflejan las formas de su pequeña oficina, una oficina gris llena de mesas redondas y sillas opacas. Unas gotas resbalan suavemente por su frente, sus manos sudorosas, al frotarse delata un poco de ansiedad, su pierna al golpear con la mesa, provocaba un sonido perturbador como el de un panal de abejas, todo, en medio de esa sonrisa de oreja a oreja que por momentos irradia tranquilidad. Damon, con su caminado poco agraciado decide abrir la puerta para que la brisa corra sin tiempo alguno, rodee su cabellera crespa y rubia que complementa ese corazón amable y leal.
Damon Campbell proviene de Toronto-Canadá. Siempre estuvo interesado en saber cómo es la vida en el tropical, con tan solo 19 años de edad, arribó a Guanajuato, México. Allí tuvo su primer acercamiento a la cultura Latinoamericana, lo hizo como profesor de inglés. ¿Profesor? “yo quería viajar después de la universidad, pero alguien me dijo que era mala idea pues todos los días tendría que viajar y así gastaría mucho dinero, entonces me dijo que sería bueno si conseguía un trabajo en el país, así que me sugirió enseñar inglés, pues es el idioma universal y con eso podría tener un trabajo más rápido y rentable”. Todo esto me cuenta Damon mientras se acomoda lentamente en la silla, buscando una mejor posición para seguir conversando.
A los 21 años de edad, sin conocer a nadie, Damon pisa por primera vez el caluroso suelo “llegué a Ibagué completamente ajeno a mi cultura y algo prevenido por precaución”. Su objetivo era muy simple, pues al llegar a la pequeña ciudad musical de Colombia trabajaría en un instituto de inglés ubicado en el barrio Cadiz. “Yo quería trabajar en un sitio diferente, entonces una amiga mía con quien estaba trabajando, había conseguido trabajo en la Universidad de Ibagué y ella me dijo: ¿por qué no hablas con la directora para ver que te dice?, cuando hablé con ella, sin dudarlo me ofreció el trabajo”. Desde la primera clase que dio, Damon ha estado muy contento por el ambiente y la metodología que se utiliza.
Damon Campbell no solo dejó su país natal, también dejó a una familia con la que vivió por mucho tiempo, es hijo y hermano de dos mujeres que siempre han estado para él y lo han apoyado sin restricción alguna en cualquier loca decisión. A los 12 años sus padres se fueron a Santa María en Merrill Gardens, una comunidad de retiro, con un estilo campus, que ofrece un amplio espectro de la atención, el cual sólo tiene 5.000 habitantes y fue ahí donde terminó la escuela que lo vio crecer y le brindó los mejores momentos de su infancia.
“Como maestro es una persona muy entregada, una persona que tiene bastantes capacidades para poder interactuar con los chicos, porque él es muy jovial, le encanta mucho la lúdica, obviamente a todos los docentes nos encanta la lúdica, pero él disfruta más de eso, es más creativo y así mismo se le facilita más, va con su personalidad, es muy responsable y puntual en sus cosas”, cuenta Libia Amargoth Velazco, profesora del centro de Idiomas de la Universidad de Ibagué, con una sonrisa y un carisma muy peculiar.
Damon no sólo se dedica a la profesión de maestro de inglés en la Universidad de Ibagué, su corazón late al ritmo de la música, uno de los pasatiempos más importantes de su vida. Campbell es vocalista de una banda que empezó aproximadamente hace 7 años: Mafunda Esperanza. El grupo toca una mezcla de ritmos caribeños y africanos con un toque de ska, cumbia y fusiones latinas.
Como de Cupido nadie se escapa y para él no hay fronteras, a Damon el amor le tocó la puerta. No solo pisó las tierras colombianas, también el corazón de una mujer hermosa, de piel morena y un sabor inusual. Hablo de Ana Milena, una valluna de Andalucía (Valle del cauca), quien sin pensarlo dos veces le entregó todo su amor a aquel gringo que la conquisto.
”Hace años yo estaba entrenando Kapoeira en las piscinas olímpicas. Ella estaba entrenando volleyball de playa, a nosotros siempre nos tocaba esperar hasta que las niñas terminaran, yo la vi, pero nunca nos pusimos hablar, un día yo fui a una fiesta de música hip hop, de música rap aquí en Ibagué y conocí a unos muchachos que hacen el baile break dance, entonces yo sabía un poco gracias al Kapoeria, debido a que los movimientos son muy similares, estuvimos bailando y hablando. Aquel muchacho que practicaba break dance me invitó a la casa almorzar y cuando yo fui a su casa, quién es mi esposa hoy en día estaba pagando un arriendo en un cuarto. El muchacho que hace break dance y yo nos hicimos buenos amigos y siempre cuando yo me iba de la casa me ponía hablar con todos y ella también, gracias a ellos por fin la conocí, fuimos a bailar y después ella me invitó almorzar y ya llevo casi 11 años con ella, tres años casados”.
No hay duda que Colombia se volvió parte de Damon, le brindó los mejores viajes de su vida, pues ha recorrido todo el país, descubriendo y retroalimentándose de diferentes culturas y costumbres que han hecho de él, lo que es hoy en día, un hombre aventurero, apasionado y amante a los paisajes. La alfombra verde que ha tapizado su casa junto a sus cultivos de frutas es el lugar con el que soñó desde muy pequeño, siempre quiso tener un lugar alejado de la civilización y la urbanización, simplemente la naturaleza, su familia y él, nadie más.
“(...) Cuando yo cierro mis ojos, pienso que llevo solamente un año, no puedo creer que llevo tanto tiempo”. Dice Damon tras 12 años de vivir en Ibagué.
"Lo más importante para mí fue el nacimiento de mi hija, tiene 2 años, se llama Makeda Wise, es muy linda y todos los días que me voy a trabajar me dice “Papá no te vayas” es muy linda conmigo, es un amor”.
Hoy en día Damon Campbell tiene 33 años de edad y Colombia es el país que le ha dado esperanzas para seguir no sólo creciendo como persona, sino también como hombre.
Puede que físicamente se vea como el típico gringo blanco, alto, flaco y mono que camina por las calles sin rumbo fijo, rodeado de miradas perspicaces que son como cámaras que impactan cada movimiento y destruyen cada pensamiento, pero no es así. Damon Campbell carga una esencia pura de tradición colombiana y en su sangre lleva esa vena de sabor y honor que lo identifica orgullosamente.
“Yo soy más colombiano que el sancocho” dice sonriendo.
Por: Antonella Gómez Quijano. Estudiante de Comunicación Social y Periodismo, Universidad de Ibagué.