El cañón del Combeima tiene un guardián
"Era feliz contemplando mi río, porque allí se encuentran mi niñez, mi pensamiento, mi filosofía y toda esta creación de tanto amor a la sociedad y a la humanidad."
✒Entrevista
Desde pequeño, Angel Alberto Lozano Ruiz ha sido representante de la comunidad Ibaguereña y protector del Cañón del Combeima, ecosistema estratégico de la ciudad.
El sentido de pertenencia, amor y respeto por su región, lo llevaron a convertirse en el Guardián del Cañón del Combeima desde los 10 años. Sus labores ecológicas y sociales han beneficiado a cientos de personas tanto en el área rural como urbana. A sus 52 años, sigue siendo un ciudadano comprometido con el desarrollo sostenible y la concientización para el cuidado de la naturaleza y el medio ambiente.
Angel Alberto, quién se denomina así mismo como “un campesino con clase”, exhibe con orgullo y esmero, los valiosos recuerdos y piezas antiguas que colecciona desde joven en su ‘Museo Veredal’. Allí, se encuentran más de veinte mil reliquias en que las que se aprecian desde valiosas figuras precolombinas hasta colecciones de artefactos antiguos hechos en oro, plata y bronce.
¿Dónde vivió su infancia?
Mi infancia está dividida entre las aguas termominerales del Rancho, fundadas por Camilo Londoño mi pariente, y Villa Restrepo que lleva ese nombre por mi abuelo Martín Restrepo. Recuerdo mi niñez, sobretodo jugueteando con las piedras y raíces, comiendo renacuajos y disfrutando en las orillas del río Combeima. Era feliz contemplando mi río, porque allí se encuentran mi niñez, mi pensamiento, mi filosofía y toda esta creación de tanto amor a la sociedad y a la humanidad.
¿Con qué soñaba a los 14 años?
A los 14 años yo soñaba con ser el sacerdote con sotana, con sombrero y estar en un caballo de finca en finca. Pero cuando me encontraba en segundo de Teología, me iban a enviar a realizar el “Regina Apostolorum”, que signifca la reina de los apóstoles en Italia, me rebelé y dije, si no puedo servir en Colombia, allá en Ibagué con mi comunidad campesina, entonces me retiro. Y sigo con mi acción social. Hoy llevo ocho obras sociales y he recibido condecoraciones nacionales e internacionales. Me respaldaron mucho mamá Cecilia y Monseñor Lombo.
"El significado es porque mi papá-señor vestía así: bota larga, usaba espada, rabo e gallo rojo, yo uso el verde que es la ecología, la paz"
Recuerdo mucho que a los 10 años, inicié esta labor recogiendo más de 90 kilos de basura que había a los alrededores del Cañón, en ‘El Rancho y ‘El Silencio’. En esa época no existía esa cultura del respeto a la naturaleza. Después inicié la Obra del niño pobre, El Patronato de las cárceles del Tolima, La pastoral de enfermos del Federico Lleras Acosta, el Museo Veredal, el Retén Ecológico, La Concha Acústica Leonor Buenaventura de Valencia, El Parque de la Lectura y el Festival de la canción ecológica, ambientalista y social que celebró sus 13 años, donde más de 2.700 personas vinieron aquí al polideportivo de nuestra comunidad a acompañarnos.
¿Cuál es el significado de su uniforme?
El significado es porque mi papá-señor vestía así: bota larga, usaba espada, rabo e gallo rojo, yo uso el verde que es la ecología, la paz. El bastón de mando, ya me han dado cuatro los aborígenes paeces. Es un bastón de mando y respeto, ‘El Haivaná’ de la Guacamaya. Y la espada, que significa la nobleza. El que carga una espada es porque tiene nobleza, poder y dignidad para tenerla.
¿Cómo es un día cotidiano del Guardián?
Desde que me levanto estoy en el Federico Lleras, en los barrios marginados, una llamada a las cinco y media, seis, porque la gente sabe que yo madrugo y ya me están llamando: ‘Guardián, tengo a mi hijo en la cárcel’, ‘Guardián, no tenemos estos medicamentos’. Entonces ayudar a una persona enferma, dar una recomendación, una foto o un consejo y participar en campañas, son labores de mi diario vivir.
¿Cuál es la importancia de que la región cuente con un Guardián del Combeima?
Que un ‘campeche’, un ‘montañero’ como El Guardián, se preocupa por su comunidad, la defiende y ama a su entorno.
¿Cómo le gustaría ser recordado?
Cuando vayan a botar un papel o un chicle, que dura cuatro mil años para biodegradarse, no lo hagan porque el guardián les enseñó que plásticos, vídrios, enlatados no se botan al suelo ni mucho menos a orillas de los ríos. Que mejor que me recuerden en ese sentido, el servicio, el amor, y la conciencia sobre la vida de la tierra.
¿Cuál es la invitación que le hace a las futuras generaciones, desde su experiencia como Guardián del Combeima?
A las futuras generaciones, que se sientan orgullosos de ser campesinos. Que conserven la tradición y no olviden cómo coger el azadón o el machete. Que recuerden de dónde vienen y valoren a la familia, a ese papá, a esa mamá. Y que defiendan y respeten este paraíso perdido a las afueras de Ibagué.
Por: Redacción y fotografía por: Juan David Torres Caicedo, Estudiante de Comunicación Social y Periodismo, Universidad de Ibagué