Tras los rieles
"A la historia de la capital tolimense acuden múltiples recuerdos de sus habitantes sobre apartados de la historia ferroviaria en Ibagué".
✒Crónica
Según la memoria histórica de la ciudad, 1919 será el año en que la ruta del ferrocarril llega por primera vez a lo que hoy se conoce como Picaleña, este provenía de la ruta que conduce de Flandes a Chicoral y posteriormente a lo que era Ibagué.
Al principio, el tren se detenía en una vieja enramada que había, pocos años después, en 1921 mientras el mandato de Pedro Nel Ospina, se construyó lo que hoy conocemos como el terminal de transportes de Ibagué, ubicado en la Cr 2 # 20 – 86, en esa época serviría como estación central del tren, ahora es lugar para el arribo y la partida de los buses de transporte que viajan por el país..
A la historia de la capital tolimense acuden múltiples recuerdos de sus habitantes sobre apartados de la historia ferroviaria en Ibagué, quienes a pesar de los años conservan recuerdos intactos sobre aquellas épocas. María Elvia Borja nació en 1946 en la finca de sus padres en Villa Calambeo. A los siete años tuvo que salir junto con sus padres y sus hermanos de la finca debido a amenazas por parte de la guerrilla, a causa de esto llegan a la casa de una tía donde el pasatiempo favorito era asomarse por la ventana a observar cómo pasaba y sonaba el tren, ese sonido que tres veces al día avisaba que ya era hora de salir y admirar la gran máquina de vapor.
Ella aún recuerda que a sus ocho años tuvo la oportunidad de viajar por primera vez en el tren, viajó con su padre, su madre y sus tres hermanos hacia Reventones, un pueblo de Cundinamarca. Emocionados, abordaron el tren a las seis de la mañana para llegar aproximadamente a las cinco de la tarde; como el viaje era largo debían llevar la comida, mango era lo que más consumían, aparte de los alimentos que compraban a los vendedores que subían al tren.
"1919 será el año en que la ruta del ferrocarril llega por primera vez a lo que hoy se conoce como Picaleña"
Sentada en un sillón antiguo, donde acostumbraba a estar su madre, la señora Elvia lleva la mirada hacia el techo, frota sus manos, comenta cómo era el tren, tenía vagones de carga y pasajeros, también su vagón restaurante, allí las personas iban y consumían sus alimentos, no había meseros o camareros, cada uno se desplazaba hasta dicho lugar a comer.
Con un poco de melancolía dice que le encantaría volver a los viajes en tren, que ojala nunca se hubiera acabado y que le gustaría que volvieran a reconstruirlo; su último viaje lo realizó con sus padres y hermanos a la edad de 20 años, iban hacia Chiquinquirá a acompañar a su padre a cumplir una promesa en este pueblo.
“Cuando se acabó el tren ya estaban construyendo la vía que conduce a Armenia por los túneles”, recuerda Juan Brochero, un hombre de 79 años que lucha por dejar salir su voz que con el paso del tiempo se ha ido apagando, sufre de parkinson y siempre toma uno o dos minutos de silencio antes de responder a lo que se le pregunta; a pesar de esto tiene vivo el momento en que subió por primera vez al tren, tenía 8 años y se dirigía a la ciudad de Bogotá en compañía de sus hermanos.
El tren lo abordaron a las siete de la mañana en el terminal, la primera estación fue Picaleña, posteriormente Buenos Aires y la tercera Espinal, esta estación era una de las más importantes en el país junto con la de Girardot que era la siguiente parada,luego pasaban por La Mesa, Facatativá y finalmente Bogotá; es casi la misma ruta que se recorre hoy en día en un automóvil.
A los 12 años viajó por primera vez solo, se dirigía hacia la capital del país y posteriormente a Anolaima. Según cuenta el señor Brochero, el tren tenía de 10 a 12 vagones, los dos primeros que le seguían a la locomotora eran de carga, ya el tercero venía con pasajeros; las sillas eran de madera puestas en filas frente a frente dejando el pasillo en la mitad
A los 20 años realizó su último viaje, cuenta que fue muy doloroso cuando dejaron de funcionar las locomotoras; relata que los jóvenes hoy en día no podrán conocer el mejor sonido que él pudo haber escuchado: todos los 31 de diciembre a las 12am, los trenes que se encontraban en el terminal hacían sonar su claxon anunciando que había llegado el año nuevo.
Redacción:Juan Camilo Montaña. Estudiante de Comunicación Social y Periodismo, Universidad de Ibagué.