Petro con el agua al cuello
Escrito por: William Rendón
A poco más de dos años en el poder, el gobierno actual parece estar en una compleja encrucijada política, esto debido a los más recientes escándalos de corrupción en la UNGRD, sin embargo, el tema parece aún más complejo, puesto que las reformas de Petro se tambalean en el congreso.
El caso de corrupción dentro de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo es una tranca sobre la rueda de las reformas, no solo porque salpica al ejecutivo, sino, además, porque muchos congresistas se sienten comprometidos en su decisión de votar a favor en tanto puedan ser acusados de recibir alguna clase de dádivas para su aprobación.
Esto determina un problema enorme para un presidente que ha entendido el ejercicio de reformar como mecanismo univoco de gobernabilidad. Esa obsesión reformista, ligada a la idea de refundar la nación, hacen que cualquier visión más o menos crítica hacia el gobierno, gire en torno a la idea populista de; “es una persecución política”, “no me dejan gobernar”, “es el inicio de un golpe blando”, “nos quieren sacar”, desubicando por completo el eje central de una propuesta de gobierno seria y capaz (Sanabria, 2024).
Además de esta alta imposibilidad de buscar consensos para implementar sus políticas, Petro insiste tercamente en su proyecto de asamblea constituyente, y digo terco no solo porque es muy probable que no funcione, sino que además significaría una nueva derrota para el gobierno, lo cual puede ahondar en la perdida de la favorabilidad en la imagen política, recordemos que; “Los indicadores de favorabilidad permanecen por debajo del 30%, reflejando el deterioro de su imagen y el desgaste de su capital político desde etapas muy tempranas de su gobierno.” (Sanabria, 2024).
Quiero cerrar mencionando que en medio de la agitación política y el meollo judicial que afronta el país, existe una crisis en el panorama actual de las negociaciones con el ELN, quienes anunciaron recientemente la reactivación de los secuestros como parte de su accionar en el territorio, sumado al levantamiento del cese al fuego entre ambos bandos.
Por consiguiente, el gobierno debe atender de manera inmediata esta situación, si lo que quiere es generar espacios de seguridad ciudadana, tal como lo había anunciado en su campaña, pero no solo esto, tampoco desatender a los tiempos de la implementación de los acuerdos de paz firmados en el 2016, los cuales, presentan resagos en su ejecución a lo largo del territorio nacional.
Así las cosas, Petro tiene apenas dos años para responder a las diferentes demandas sociales por medio de estrategias reales, que logren resolver con transparencia, la gestión de los recursos, la administración pública, la gerencia del territorio y la implementación y seguimiento de las políticas de paz; esto solo se logra con una agenda política clara, que deje abierta la posibilidad de negociaciar y llegar a consensos entre los diferentes actores que componen la sociedad, dando respuesta efectiva a las ciudadanías libres que creyeron en su proyecto político del cambio.
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